martes, 24 de julio de 2012

Usted dice que el espacio se mide en deseos de verme‏



Usted dice que el espacio se mide en deseos de verme y no encuentro la fórmula algebraica para refutarla, aunque en el fondo, sepa que miente; así como usted no podrá desmentirme cuando digo que de silencio y distancia se alimentan las ganas o se mueren de hambre. A las suyas las veo muy bien alimentadas en otros arboles.
Acá entre nos, la distancia es solo pretexto para acariciarla con los dedos de la imaginación, como el silencio es solo su excusa para negar que encabezo su lista de venenos por probar. No mentiré en algo, tiene los silencios más hermosos del mundo, para robárselos por las buenas o por las malas.
Aunque evite sus ojos de luna, nada impide el rayo sensual de su mirada en Instagram o por debajo de mis párpados cuando pensarla no quiero, ni debo. ¿Y ahora que lo pienso, por qué le estoy hablando de usted?, usted lo sabe y lo sabe quien esto escribe, yo puedo hablarle de usted, incluso cuando mi lengua esté de irrespetuosa donde brotan sus piernas y le rompo de una sola vez, todos sus silencios y despistes.
Ahora que salen al tema, sépalo, que como yo, nadie le haría nudos gordianos a esas piernas de audífonos de bolsillo que la cargan a todos lados. Si las matemáticas no se me dan, el derecho menos, yo con usted, llevo todas las de perder, me gusta bien y bonito, como que en el infierno, todas las sonrisas son como la suya y he dejado de llamar infierno a nada que no tenga que ver con su nombre. Dicho sea de paso, ya no hay cielo si no está reflejado en sus rendijas de luna.
Dejaré de hablar de usted y empezaré a hablar de ti, que para eso duermo y muero, porque de nacer, nada, lo haré cuando le quité tu nombre a lo imposible. Cuando llegue la hora de coquetearnos menos y toquetearnos más, sin tantas letras de testigo. Dicen los que saben de distancias en espacios redondos, que caminando en sentidos opuestos también podemos encontrarnos, aunque nos tardemos más, aunque en el camino las miradas se extravíen en cualquier laberinto de falsos amores.
¿Te han dicho que estuviste a un tornillo de nacer en un manicomio?, bonita te verías escribiendo con camisa de fuerza y café todos los días. Si estás medio loca, escribes bonito y tienes los labios mordisqueables, no soy responsable del infierno que se desate entre nosotros si un día nos vemos, ya no se diga cuando llegue aquel nuestro primer beso. El castigo de robarte ese primer beso, porque así es como deben ser los primeros besos, será no poder evitar preguntarme qué sabor tienen tus otros besos. Tu castigo será, porque no hay otro castigo para quien se niega a caer en mis brazos, haber desperdiciado tanto tiempo en otros labios.
De mis labios aprenderás, que hasta la mordida más leve enciende llamaradas y sabrás que aparecí en tu vida para desaparecerlo todo cada vez que irrumpa en tus entrañas, cuando cada noche juguemos a matarnos sin hacernos daño al borde de la cama, a desangrarnos en agua y abrazos, a chuparnos las ganas alternando el vuelo del colibrí con el vuelo de la mariposa enamorada. Voy a conquistar el filo de tus navajas con mi espalda o moriré noblemente en el nudo de tus piernas flacas y si tus piernas no se están quietas, tendré que atarlas a la cama y taparé tus ojos rasgados para que de plano no tengas más armas en mi contra que el gemido de tu garganta. Aprenderé que hay viajes que no importa el sentido, siempre y cuando el destino sea el mismo. Lo aprenderé en tus piernas, Mujer.
Ya mejor le paro a mis letras, que de infinito se visten los minutos cuando se vive tan lejos. Esta noche, deja la ventana abierta y las piernas cerradas, yo me encargo de poner todo al revés. Yo voy a dejar la mirada en el horizonte, por si decides volar hacia mí.

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