martes, 4 de diciembre de 2012

Lo que no se dice en un listón detrás de la violencia

El día internacional de la erradicación de la violencia contra la mujer no debería ser un listón que se porta un día específico, opino.

Como mujer me he topado con 364 días del año de indiferencia a estos hechos lamentables.

Aparte del daño irreparable ocasionado, queda el veneno esparcido en la semilla de los hijos. Hombres que tal vez recorrerán el mismo camino de los padres. Hijos que padecerán las heridas irreversibles, que cambiarán su conducta para siempre y verán al mundo con nuevos ojos. Ojos que muchas veces, los harán empáticos y llevarán las marcas de sus duelos en silencio y con verguenza.

No es con un listón como se solidariza, es yendo a las instituciones a exigir cuentas de lo que no han hecho. Otorgar protección.

¿Sabías que para denunciar violencia doméstica a una mujer se le otorgan solo tres días de restricción del agresor hacia ella? El resto de los días ella está expuesta a cualquier cosa que pueda suceder. Es penoso reconocer que hay que salir todos los días a la calle con tu denuncia en mano, porque el día que la olvides en casa, estarás con el jesús en la boca de que nada suceda de nuevo.

Rogar por una autoridad cerca en tus recorridos diarios para sentirte “protegida” y a la vez una serie de situaciones como estas que no te permiten seguir tu vida con normalidad porque nada de esto ayuda a que comiences a recuperarte. Nada de esto “permite que olvides”.

Es como si la situación misma se asegurara de que tú recuerdes constantemente estar en el bache y cualquier paso en falso aún no siendo “tu culpa” te regresará de nuevo a la misma circunstancia de la que huyes.

¿Sabías que existe un porcentaje del 100% de que el agresor la busque y/o coaccione y amenace para retirar la denuncia?

De hecho hasta la misma “familia” se involucra.

Hermanos, parientes, padres que lo único que buscan no es ayudar, sino evitar que el familiar se haga responsable de los hechos. Coaccionan, amenazan, mienten e intimidan a la víctima con tal de lograr su objetivo. Que el sujeto quede impune.

¿Sabías que debes encontrarte golpeada y masacrada para que se le detenga durante los hechos y solo si tú solicitas que lo aprehendan lo hacen? No importa como te encuentren.

La autoridad solo se presenta en calidad de “testigo” ante una situación de diferencias entre cónyugues o pareja, sin que tengan la “libertad” de actuar con criterio propio.

Es la propia víctima la que debe suplicar porque se le detenga y eso, en el acto, con el sujeto presente (que como bien sabemos tomará represalias apenas tenga una sola oportunidad porque por supuesto él no olvidará este hecho) para estar a salvo, de lo contrario ellos - la autoridad,- se retiran sin hacer nada al respecto, (hayan visto lo que hayan visto).

No es con un listón como se celebra la “no-violencia” contra la mujer, es aplicando las leyes con rigor que ya existen y creando nuevas. Es formando gente capacitada y nuevas leyes que desde el primer momento que una mujer llega con dudas y miedo a denunciar un hecho, se le atienda por personal profesional capacitado que la guíe y asesore de manera adecuada, con delicadeza, de lo que ella llega suplicando en silencio porque su voz ha sido mutilada con los golpes o amenazas.

Nuevas leyes que protejan a la mujer y sus hijos porque a ellos no se les exigen pruebas pruebas psicológicas.

A ellas sí se les coacciona a tomarlas por su propio bien en instituciones que lejos de ayudar entorpecen.

Citas psicológicas donde la prioridad es no cancelar cuando la víctima se encuentra entre la espada y la pared y debe decidir si salir a buscar empleo inmediato como prioridad para cubrir las necesidades elementales de los hijos, o hacer caso de un citatorio en su proceso para que “pueda avanzar”.

Citas que generan un costo “simbólico” que más tarde hasta dictar sentencia se le exigirá al abusador si bien le va a la víctima, pero que ella debera cubrir e invertir de propio bolsillo para su “pronta recuperación”.

Una madre lastimada debe forzosamente buscar el sustento de sus hijos de inmediato - porque el próximo acto de violencia por el que se verá forzada a pasar es perder la pensión de las necesidades básicas de sus hijos.-  y aún así debe estar pendiente de su caso a la par, porque de lo contrario la denuncia se “estanca” y no pasa nada.

No es con un listón como uno se hace presente en estas denuncias de “ya basta”.

Es informando lo que nadie quiere opinar por verguenza.

Rara vez uso un espacio personal de poesía para externar mi voz detrás de mi cuenta. Pero hoy no usaré un listón como el resto.


Hoy denuncio lo que pasa, lo que me consta y he visto de primera mano.


En México, tenemos un sistema judicial del asco, totalmente misógino.

Donde es la mujer la que debe demostrar, cuidarse, protegerse con ayuda de familiares porque la autoridad no lo hace, no brinda ningún tipo de protección.

Mientras; el agresor, camina con una fianza, libre por la calle intimidando, amenazando de nuevo y agrediendo con resultados peores que la primera vez.

Para ellos es un “borrón y cuenta nueva” ignorando que tienen un problema psicológico que obviamente nadie les obliga a tratarse mientras ella debe lidear día a día con los resultados y daños de una agresión que la marcará el resto de su vida.

¿Sabías que retirando o no, la denuncia, la agresión se repite con peor consecuencia que la primera vez? Obvio, el sujeto sale bajo fianza.

¿Sabías que ellos gozan de un defensor de oficio de inmediato y el único representante legal de una mujer es el mismo?

Que obviamente lo que muchos de estos sujetos solo buscan, es sacar provecho financiero del proceso por ambas partes y no tienen la mayoría de las veces ni el tacto, ni el interés de erradicar conductas que como sociedad ellos no sienten responsabilidad alguna.

Dicho esto mi reflexión es la siguiente.

La cuna de estos problemas comienza en casa.

Madres y padres que tenemos la responsabilidad de educar con valores para poder exigir hombres responsables del mañana.

Padres que no solapen las malas conductas como resultado de su irresponsabilidad y desapego.

El deber que tenemos de educar con manos firmes hijos que no se les dé fácilmente todo en las manos.
Porque todos incluyendo sociedad somos responsables de los hombres que entregamos al mundo.

Sociedad a la que les es muy fácil opinar desde las trincheras, juzgando criticando y ofreciendo lo que ellos creen soluciones cuando en su vida se han cruzado en medio de una guerra de dolor donde la víctima es humillada y lastimada dentro de su propio espacio vital, su propio hogar.

Gente que juzga un “se lo buscó”, “no es mi asunto” o a mí no me va ni me viene.
Y se equivocan, a todos nos va o nos viene, ya que desgraciadamente vivimos en un mundo envenenado de lo mismo y si este asunto no nos pega en primera persona, nos golpea en segunda o tercera persona.

Yo pregunto, ¿hermanas, madres, hijas, amigas, compañeras, merecen esto? ¿Creen que el “no me ha tocado” los exenta?

Tarde o temprano, todos pasaremos por un hecho lamentable como estos de violencia, si la sociedad sigue caminando como hasta hoy. Creyendo que no serán tocados, creyendo que no es su asunto y observando indiferentes como un género completo es tratado completamente distinto por los valores inculcados a los hombres con respecto a qué valor tiene como ser humano una mujer.

Un hombre no tiene derecho a violentar a otro ser humano, llámese mujer, anciano o niño, si no ha logrado con amor diario, ganarse su respeto, su permanencia y su cariño.

Nadie tiene derecho de retener por amor a nadie, si es justamente amor ni respeto lo que no ha ofrecido. 

Nadie, absolutamente nadie, puede retener lo que no le pertenece.

Así como el mar no tiene derecho de retener la arena que permanece en la orilla.

"Ni el sol es capaz de retener al ocaso y evitar que la noche encienda todas las estrellas". 


Silvia Carbonell L.





Ni el sol es capaz de retener el ocaso y que la noche llegue a encender todas las estrellas.






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