martes, 14 de agosto de 2012

El lavado de la culpa (parte II)

Me puse lentes de miedo
para ver monstruos:


Vi una columna gigante
que temblaba en do menor,
tenía dientes de luz amarilla,
y no sabía mirar en español,


una mujer arrodillada
sobre clavos invisibles,
sangrando ganas, 
gritando colores grandes, 

un fantasma 
que parecía estatua 
hecha de meses,
con ojos diciendo crepúsculos,

arriba una bóveda

hecha de agua,
llena de fosforescentes
ahogándose.

Y Dios 
era un sonido,
estruendoso.

¿Qué si te quiero?, sí… ¡te quiero!



¿Qué si te quiero?, sí… ¡te quiero!… con un Amor sin egoísmo,sin cadenas y sin tiempos, que te disfruta en los instantes que pasamos juntos y se reconforta en tu recuerdo cuando la distancia nos separa, con un Amor que no te asfixia, que te da el espacio que tus alas necesitan y que sabe esperar su momento.
¿Qué si te quiero?, sí… ¡te quiero!, con un amor que se alimenta de tus cosas buenas y mis cosas buenas, con un amor que se enamora del alma, del corazón y cabeza que conforman tu ser, porque cuando llegas iluminas todo a tu alrededor, porque soy tu sol y eres mi nova, porque cuando estamos nos damos y cuando nos ausentamos nos extrañamos sin dolor, solo con un pequeño escozor en espera del inevitable reencuentro.
¿Qué si te quiero?, sí… ¡te quiero!, y más lo hago cuando me dices que me quieres, porque al decirlo y escucharlo alimentamos el fuego que crepita en nuestros pechos, porque has cambiado mi nombre y he cambiado tu nombre, te llamo de mil nombres y todos significan te quiero, porque me llamas de mil nombres y todos me dicen me quiere.
¿Qué si te quiero?, sí… ¡Te Quiero!

El lavado de la culpa (parte I)


Las mentiras 
son franjas fosforescentes
saliendo de las bocas.

Los cuerpos se inclinan
ante un altar 
de miedo; 
la excusa es un lago 
caliente que sonríe.

Blancos, amarillos
y sin dientes,
se sientan a esperar
sentencia.

Un control remoto
dirige miradas
a un falso cielo;
se cree puente
pero es techo
pesado.

El río en el canal del centro
se parte en millones,
y sus pedazos corren 
a ambos lados;
cada parte 
tiene forma de puerta abierta,
y es por allí que entran 
los exagerados colores.

Buen fin


“Buen fin”

“Buen fin” fue lo último que se dijeron físicamente, refiriéndose al fin de semana, cada quien con sus planes o sus actividades amistosas y familiares.

Ambos se conocieron en la Universidad desde el primer semestre, sin llevarse mucho, saludos cordiales, estudiando la carrera de Contaduría Pública.
A partir del segundo semestre empezaron a llevarse, se sentaban con otra compañera en los salones de clases.

A partir del tercer semestre sus encuentros eran en las aulas, así como también fuera de ellas.
Pasó el tiempo y a partir del sexto semestre su relación ya no solo sería amistosa y escolar, si no también laboral. Era época de realizar prácticas profesionales obligatorias en la escuela y en clase de Control Interno, al realizar el examen del segundo parcial, el profesor comentó quién quería trabajar con él y algunos alzaron la mano. Ambos fueron a una entrevista al día siguiente y fueron contratados por tres meses que se convirtieron en 3 años y medio.

En esos tres años y medio pasaron enojos y sonrisas, más sonrisas que enojos. Miguel se caracterizaba por un humor negro que al principio era difícil de entender pero a nadie ofendía, al contrario, le aplaudían. Se graduaron juntos y convirtieron esa amistad en hermandad al convivir día con día compartiendo esos detalles con una amiga de la escuela, como tres socios. Un día, después de tres años y medio, él decidió dejar el trabajo por una mejor propuesta y Miguel se quedó en ese trabajo. Al principio fue raro, hablaban muy  seguido, chateaban diario y se veían frecuentemente. Miguel decide a los seis meses salirse de ese trabajo y recibe la misma propuesta donde trabajaba él.

La convivencia continuó siendo amena y diaria, amantes de la música ochentera y varios géneros más, la vida de ambos siempre estuvo llena de música. Él, mucho más antisocial que Miguel, tiene un grupo de amigos pequeños pero  duraderos, un grupo muy cerrado, tanta era su amistad con Miguel que lo incluyó al mismo círculo.

Después de varios años llenos de música, números, problemas, botellas de alcohol, comidas, hermandad y convivencia diaria se volvió un hábito, una necesidad. Cualquier duda contable o personal eran los primeros en enterarse, y podrían existir otros amigos que se les podría contar después o con un mayor sentimiento, pero Miguel y él siempre estaban a una distancia de escasos tres metros para ir a platicarse o por Skype estando a la misma distancia y siempre, escuchando música, desde Beatles, Doors, The Who, Madonna, Michael Jackson, Toto, George Harrison, Benny, Miguel Bosé, Sting, Phil Collins, Fun, Bruno Mars, Gotye, Yeah Yeah Yeahs, hasta La Sonora Dinamita o Bronco (A Miguel le gustaba de niño y él lo molestaba por su gusto musical.)

Me imagino que todos han tenido amistades así, normal y casual. Testigos de planes desde ir a un concierto de Madonna en noviembre en el Foro Sol, o su plan de el día siguiente, el lunes siguiente, su cita a la visa a finales de agosto, sus deseos de Miguel de comprarse un Mazda 3 en diciembre, quejas, deudas, planes de ahorro, planes de viaje, consejos, el deseo de abrir un despacho en cinco años, cómo se veían de viejos, cómo le pondrían a sus hijos, cómo les gustaría morir, miedos, fracasos, todo.

Él tiene problemas con el sueño, le cuesta mucho despertar y nunca escucha el despertador o lo escucha y lo apaga inconscientemente o simplemente se quedaba dormido y Miguel siempre le hablaba por teléfono para despertarlo, Miguel era su despertador que le hacía plática para que no colgara y se volviera a dormir, él manejaba rumbo al trabajo mientras hablaban por teléfono cotidianamente para decirse su ubicación, problemas de tránsito o un “ya llegué y ya llegó el jefe, apúrate.”

 
El viernes tres de agosto de 2012 Miguel le platicó sus planes del viernes por la noche que en teoría ya se habían cancelado, Miguel no tenía coche y él siempre le daba aventón en Periférico en la Glorieta de San Jerónimo en la Ciudad de México. Ese día lo dejó un poco más delante de su ruta, en Periférico a la altura de Avenida Toluca. Cantando a todo pulmón “Hope of Deliverance” de Paul McCartney y “Más de ti” de Benny Ibarra, se bajó del coche y Miguel le dijo “Buen fin” y él le contestó con las mismas palabras. Una hora más tarde hablaron por teléfono para una duda contable que tenía con un familiar y al colgar se dijeron las mismas palabras: “Buen fin”

Horas más tardes, sábado en la madrugada, pasaron cosas de la vida que son inesperadas, inexplicables y dolorosas, Miguel dejó de existir.

Después de un fin de semana doloroso y triste, un lunes sin que sonara el despertador de regreso al trabajo, ver su lugar vacío y pertenencias personales, simuló trabajar por unas horas y partió a sepultar a su amigo.

Miguel está descansando, y él, aprovecha este medio y las letras como catarsis en un medio de “gente desconocida” que lo entienden más que un perfil de facebook con gente conocida y/o morbosa.

Hoy él enterró a Miguel, hoy dejó de sonar su despertador, mi despertador, cambiando la connotación de un “Buen fin” por un “Buen fin…”


Escrito el 6 de agosto de 2012
Por Pepe Aguilar Alcántara
@PepeAA








Palíndromos que salieron a jugar






 Asir nada será mares, Adan, risa.

 Sacó beso a lunares. Será nula. (Osé bocas).

 Olas a mar, a la sed. Así somos, Isa. Des a la rama, saló.

 Sos ebrio,  raro. Seres orar. Oír besos.



Son prohibidos tus labios

Son prohibidos tus labios.

Son prohibidos tus labios,
se niegan a los míos,
se llenan de palabras,
quizás no son verdaderas.



Están prohibidos negándome
su existencia, ocultándome
los deseos de fundirse con los míos
y con cada uno de nuestros latidos.



Niégame tus labios callados,
mientras estamos distantes
serán tan solo prohibidos.



Pensé que era el tiempo
el que me congelaba
pero era tu sonrisa
la que me transformaba en roca.



Tus ojos eran los culpables
de tantos besos prohibidos,
incluso en el mar
de esta parálisis corporal.



Cada que sonreís
me recordaba
que no era una estatua
este cuerpo re encarnecía
con cada gesto tu alma
me hacías sentir un demonio
atado a las cadenas de la felicidad
tarareaba palabras sin sentido.


La hipnosis que me provocas
con esos labios prohibidos,
me hacia desconocer
cualquier gesto deshumano,
era sentirme roca,
y humano a la vez
en un solo minuto.



Como un rocío matutino
de fresca primavera,
pero aun así sabia que,
a pesar de todo, aun así,
son prohibidos tus labios.


@victortlaxca

Tuitilustrado



Imagen @pablorenauld
Tuit @licgemido
Link de tuit  https://twitter.com/LicGemido/status/218710262172221441

Detrás de mis sobras, detrás


Detrás de las cortinas,
el sol desertor se me va,
huye cobarde oculto en las nubes,
da inseguro tu paso hacia atrás.

Detrás de mi memoria,
sobrevive ese beso fugaz,
ese que me diste una noche,
ese ósculo repleto de maldad.

Detrás de mis sombras,
muy atrás
todavía me queda un suspiro,
un corazón fatigado y herido.

Detrás del abrazo amargo de un vaso,
queda una pupila a punto de estallar
bañada en sangre, quizás, mojada a rabiar,
apaga las luces, ya vino el ocaso.

Detrás de la dulzura de tu hablar,
asolapadas las mentiras y más,
agazapada hasta en tu manera de andar
falsía infinita pegada de antifaz.

Cierra la puerta, no vuelvas jamás,
promete que nunca me hablarás,
llévate esa foto que nos unía,
quema los últimos restos de felonía.


Miguel Angel Díaz Sotelo
@nina_sonqo

Un caballero no tiene memoria, una dama recuerda su historia


De vez en cuando, me encuentro escuchando conversaciones, pequeñas charlas de mis amigos 
 y casi siempre llegamos al momento en el que se produce un silencio, una pausa un tanto incomoda, 
que casualmente coincide con el relato de sus últimas conquistas.

-¿Por qué no continúan? –Pregunte yo
-Pues porque hay cosas que no deben contarse, ya sabes un caballero no tiene memoria- dijo mi amigo. 
Y continuaron con el siguiente tema, olvidando completamente la historia previa; pues bien, 
a mi parecer simplemente tienen memoria selectiva, pero, ¡Qué sé yo!  Simplemente es mi opinión.

Días después, charlando con unas amigas en un restaurante, salió a relucir el nombre de mi amigo “el caballero” y 
supe que esta era la historia de la cual él no tenía memoria; 
escuche toda la historia y en esta la dama era feliz recordando a su caballero.

En ambas ocasiones los dos tuvieron la misma mirada soñadora, tierna, anhelante, 
así pues me llevo a pensar, ¿Cuál de los dos está mal?, ¿Cuál de los dos procedió bien?, 
¿Será que aquel que no tiene memoria hizo un favor a su dama, dejando a la imaginación de los demás el resto de su historia? 
O tal vez, ¿La dama dio un lugar a su caballero, contando los detalles de su recuerdo?
Solo sé que al final, un caballero no tiene memoria y una dama siempre recuerda su historia.

@Proud_Hika

Como sabiendo y no queriendo


Se avecina lo que un día pensamos,
como el escena de una dramática obra de teatro.
como quien da el reporte de tiempo,
Informando que se avecina una tormenta al puerto.

Lo sé, no lo fuimos todo, el ser humano insaciable de si y de los demás,
nos faltó destino, ahora, la ola arrastra con ella el amor, como a la arena.
Silencio, no hace falta, no es que lo quisiéramos.

Tan mortales y terrenales, el futuro siempre será incierto
y libre de la voluntad del hombre.
Por eso estábamos, con la moneda al aire
y a la espera de su caída una tarde.


Yadira Silva

@yadizdasilva.
 

Un día de vacaciones cualquiera

Aún no son ni las tres de la mañana, me he despertado y el insomnio se ha apoderado de mi, como muchas otras veces. Y siempre pasa que mi mente va de un pensamiento a otro, de un pendiente a otro. No dejo de pensar en toda una cronología para el resto del día cuando me despierte, en los temas del nuevo semestre, en que debo aprovechar la mayor parte del día para ir preparando mis clases y hacer la planeación académica de todo el curso. Debo dejar mis otras labores pendientes, para enfocarme a ello. Viene a mi mente de pronto, la lista de útiles escolares de los niños que aún falta comprar, sus zapatos y uniformes. Debo ir al banco. Empieza un ligero dolor de cabeza, decido poner mi mente en blanco y tratar de dormir, después de dos horas de divagar.

Son las nueve de la mañana, me han despertado los niños, con el grito de "tengo hambre". Me levanto, lavo mi cara y no puedo salir de la habitación sin recoger un par de tenis por ahí olvidados y acomodarlos en su lugar. Mientras bajo a la cocina a preparar el desayuno, llevo bajo el brazo un cesto de ropa sucia. Paro hasta el cuarto de lavado, donde programo la lavadora. 

Mientras preparo tres platillos diferentes, (porque por costumbre de mi suegro: al niño con tal de que coma, hay que prepararle lo que se le antoje, así que esto parece a la hora de comer, servicio a la carta); reviso el correo teléfono en mano. Desayunamos, aún en pijamas y entre risas, esa es la parte que hace que valga la pena todo lo demás.

Al final me quedo sola en la mesa terminando mi café, mientras espero que termine la lavadora para poner la ropa al sol. Entre tanto leo algunos twits y se me va el tiempo. Termino de sacar la ropa de la lavadora, lavo los platos, cosa que nadie más hará en esta casa. Después de limpiar la cocina y acomodar un par de cosas en la sala, subo a mi habitación dispuesta a encender la computadora y empezar con la gran tarea de preparar mis clases, planear el curso y vaya sorpresa: es ya la una de la tarde, lo que significa que ya es hora de ir pensado en la preparación de la comida. Me da rabia porque se me fue toda la mañana y no avancé nada. Me doy un baño y me quedo un momento viendo televisión, evadiendo un poco pensar en la comida. Porque puedo hacer cualquier actividad doméstica, pero cocinar es algo que detesto, es mi punto débil. Ni hablar no tengo quien lo haga, no hoy. Voy renuente a la cocina, refunfuñando porque prácticamente paso ahí mucho tiempo. Después de idear un platillo que fuese del gusto de todos para solo cocinar una cosa, empecé con esa tediosa tarea.

Terminamos de comer y de nuevo hay que lavar los platos, los sartenes y toda la cocina. Hoy no voy a limpiar, porque debo avanzar en mis clases, pienso que mañana me levantaré mas temprano y lo haré. Debo recoger la ropa que he puesto a secar, doblarla y guardarla en el closet. Dieron las cinco de la tarde y aún sin encender la computadora, todo planeado en mi cabeza, pero aún no está plasmado en un archivo.

Se han terminado los huevos, la leche y un par de cosas mas, así que debo salir al súper o por la mañana estaré batallando a la hora del desayuno. Mientras voy manejando, decido que me quedaré hasta tarde trabajando o no avanzaré nunca y las vacaciones están por terminar. Regreso, lavo y parto en pedazos algunas frutas que pongo en un platón, lo llevo a la habitación de los niños que han terminado de bañarse y nos ponemos a ver una película. Recojo platos, un par de vasos que han dejado por ahí, mientras que voy acomodando cosas que encuentro en mi camino, un par de calcetines, una toalla. 

Han dado las nueve de la noche, ya no tengo ganas de nada, solo mucho sueño, quiero tirarme en mi cama. Total mañana será otro día. Y así empieza el ciclo de nuevo. Insomnio en la madrugada, pensando en las mil tareas pendientes, programándome para hacerlas en el transcurso del día y saliendo improvisos que hacen que nunca termine. Es así como se me va un día de vacaciones cualquiera.


Baño del Sol.


Un suicidio, tu castigo


Siento tu respiración a lo lejos mientras escucho que mis latidos se intensifican por segundo.
La lluvia cae y hace frío. Me siento indefenso en tu oscuridad, y en la garganta llevo el nudo que determinará mi destino.
Cada trago de saliva se hace más difícil y mis ganas de vivir se han vuelto nulas.
Necesito deshacerme de todas estas dudas.

Hay pasos sonando en todas partes. Creo que viene la policía. ¿Es demasiado tarde para decir hasta luego?
Supongo que ya no estaba aquí. Todos sabían que eventualmente me iría, pues es triste saber que no te tenía.

Ahogarme hubiera sido perfecto. El mar es poético y merecedor de mi cuerpo. Por algo te lo dediqué como si fuésemos eternos.
El mar es algo que merece respeto. Para domarlo, tiene que darte permiso. Para moverlo, necesitas la fuerza que de quinientos. Para acabarlo, tienes que empezar desde adentro.
Yo nunca te otorgué el derecho de hacerlo. Como intruso, te colaste por mis huesos, y no te detuviste hasta llegar al fondo de mis pensamientos.
Me tenías amando en silencio.

Ya que me tenías en tus brazos, dejé que hicieras lo que quisieras conmigo. Mi madre dijo que ese fue mi error y mi castigo.

Todo se resume a este momento. No hay marcha atrás ni arrepentimientos.
He desperdiciado mis últimos minutos, leyendo una y otra vez esta historia para niños. Y esta vez, el final llega al principio.
Me voy, sin que hayas venido.
Adiós, amor mío.

Hasta el final


No hay palabras que describan lo bello que es tu andar, y tus besos son para mí lo que para los peces es el mar.
Quiero nadar contigo hasta el final.

Las maravillas que pueden pasar cuando finalmente dejas de buscar. Algo que quiero compartir hasta que la gente comience a escuchar.
Quiero nadar contigo hasta el final.

El secreto es amar, a ti mismo para saber valorar a los demás. Y hoy que has entrado en mi vida, no necesito nada más.
Quiero nadar contigo hasta el final.

Tantas personas caminando sin parar, y mira con quien te viniste a topar. No importa lo que está atrás, mientras conmigo te vayas a quedar.
Quiero nadar contigo hasta el final.

Si me lo permites, yo te puedo amar. Y con el tiempo sé que descubriremos lo que realmente significa la felicidad.
Quiero nadar contigo hasta el final.


A veces tengo miedo de no decir lo suficiente, otras miedo de hablar de más. ¿Hasta cuándo voy a dejar que las cosas fluyan y pasen como tengan que pasar?

Tengo algo nuevo, algo importante. Algo en construcción y que lo único que exige es amor. No hay más espacios en blanco ni lágrimas de dolor.
Tengo algo bueno, que me alimenta el corazón. Y no hay motivo ni razón que me haga soltarlo sin luchar por lo que siento hoy.
Quédate el tiempo que te quieras quedar, pero si puedes, déjame nadar contigo hasta el final.

Sombra verde


El cementerio de mis muertes.


Rotos porque somos silencio en el reposo, por la arbitrariedad fragmentaria de la vigilia.

Luego del ascenso de los párpados, soy mi sobrepeso. De allí, uno nunca sabe en qué pedazo enfrentará la belleza de lo esporádico en los intentos fallidos de permanecer en sereno y que de forma involuntaria, terminan en un despertar. En el dormir del sueño. En lo que pesa sobre el ceño.

En este sueño de luz, sólo soy la sombra de hace un segundo que ya no me cobija, y así. Un frente siempre patio. Aquí donde entre el futuro y el pasado, soy el punto medio que completa un suspensivo, un subversivo ante el reposo.

Así como el borde de un pozo; siempre queriendo ir a su fondo y como el trasfondo que quiere seguir en lo tácito. Citando a una sombra, tomando dictado de un silencio. Callando en la hoja. Con estos trazos como trozos me voy dejando, siempre recordando olvidarme por doquier.

Así yacer, ya ser. 



Alexander Gnomo

Antes que nada




Antes que me olvides,
déjame un beso:
por el adiós y
por el regreso.

Antes que te vayas,
déjame tu aliento,
para percibirlo,
fresco como el viento.



Antes que me borres,
píntame de rojo,
para comprender
tu orgullo y enojo.



Antes que me olvides
siente este poema,
y dime por cuánto,
por cuánto te quema.

Omer Alfcorbar

Sombra de verano


Ana R.

No somos noche




No fue la noche, fueron tus brazos,
con su fuerza brutal que aprisiona y no suelta el cielo,
cuando quiere encenderlo con besos.

No fue noche, fue la lucha de dos feroces temperamentos,
que buscaban saciar furia y sentir,
humedad y llama, incendio y tempestad.

No fue noche, fue llama e incendio,
fue boca con fuego, fue ego sometido por el deseo
y la victoria de otros labios distintos al ardor del infierno.

Nunca fue noche ni fue día,
fueron mordidas y lujuria,
fuego quemando fuego, agua mojando cuerpos.

No ser noche ni ser luna,
solo dos pieles que se dibujan.
Manos, dedos, boca, lengua,
en un intento de tatuarse el sentir y todas sus ganas.

Fue cama y lujuria,
fue cielo e infierno en un solo momento.
Fuego y deseo, sentir contenido,
que desbordó en río hasta alcanzar sus cuerpos.

Serás todo menos noche,
porque me abarcas, no te marchas.
Amaneces tendido entre mi cuerpo,
con el sueño profundo de haber apagado mi fuego.

Silvia Carbonell L.