martes, 9 de octubre de 2012

Crónica de un amor perdido


Crónica de un amor perdido

Me fui al pasado
y vi cómo me querías.

Me fui de tu lado
y vi cómo te sentías.

Regresé al presente
y vi cómo te quería.

Regresé ausente
y vi cómo me sentía.

Miré el futuro
y vi cómo te perdía.

Miré lo oscuro
y vi cómo me moría.

Omer Correa

La dejaron plantada


Estatua viviente

Estatua vivente 
Calle Francisco I. Madero
Centro Histórico de la Ciudad de México.

Sudor




Ana R.

Experiencia

 
Seguimos buscando el infinito en cada mirada, y esperando la eternidad en cada palabra. Todo lo que tenemos es este hoy, tan inmortal y tan breve. Todo lo que tenemos es un ahora, que siempre parece poco y se pasa pronto; que a veces pesa de más y queremos irnos.
El hoy, este minuto exacto, nos elige sin preguntarnos primero. Nosotros elegimos de qué forma olvidar, querer, esperar y soñar. Pero nadie elige cómo va a ser olvidado, querido, esperado y soñado. Y siempre nos sentimos ausentes de alguna vida, o sentimos la ausencia de alguien que quisimos en la nuestra.
La ausencia tiene ese no sé qué tan con gusto a final, que imaginamos que no vamos a poder llenarla más que con tristeza. Pero poco a poco todo vuelve a ordenarse, y esos lugares que ocupaba el llanto o algún vacío, se llenan de otras cosas. Un día nos levantamos sin sentir la falta de esa voz, ese rostro, esa sonrisa. Y nos extrañamos de no extrañar. Y aunque parezca increíble podemos ser felices también con algunos huecos. Y un día a esos huecos los llamamos experiencia.

La teta


“LA TETA”

Sed da masa, teta, yo sé.
Oír: Ese seré, témelo.

Dedo, yema me lame,
opacó pene, ese es.

Oír: Esa teta le mamé, sólo supone.
Sólo sé su amor, aroma,
usa ella crema,
labio le sé, raro llama.

Leí: “Fallido rima su amor.”
A esa tetona mimé,
 Su piel leí, puse mi mano,
Teta se aroma.

Usa mi rodilla fiel.
Ama llorar, ese lo iba lamer,
Callé a su amor, aroma usé solo.

Seno puso, lo sé, mamé la teta serio.
Sé ese en época, poema le mamé.
Yo dedo le meteré, sé, serio.

Eso, ya tetas amad, desate tal.

Imagen tomada de elsobacodejulia.blogspot.mx


Por Pepe Aguilar Alcántara
@PepeAA


Cada vez que lo veo se me tuercen las tripas


Cada vez que lo veo se me tuercen las tripas, me tiembla el cuerpo de ira contenida, camina como si su madre le hubiera hecho un favor al mundo al parirlo, su cabello está impecablemente peinado hacia atrás, viste siempre bien, con pantalones casuales y camisas de diseños modernos, sus zapatos están siempre bien lustrados, habla bajo, sin muchos matices y sin grandes aspavientos, tiene una sonrisa bonita, discreta, que a ella y a otras les encanta, en su bolsillo trasero siempre una cartera dispuesta a suplir su poca sapiencia.

El grupo de amigos vamos todos contentos, atrás quedan el bar, su música y ambiente. Delante de todos, van ellos dos tomados de la mano, ella de manera infantil balancea las manos como si formaran un columpio, sus pasos son lentos al igual que los nuestros, somos los de atrás, el grupo de ovejas que sigue a sus líderes. Fumamos y cantamos sin una gota de licor en las venas; a las tardeadas de chicos no les está permitido el alcohol.

Me integré a ese grupo tan solo por ella, desde el primer momento que la vi deseé conocerla, en la primera ocasión no fue posible acercarme a ella, era una fiesta y me conformé con verla. Más en la siguiente, no tuve salvación, hice el primer movimiento, me presenté ante ella, sin más ni más. Desde el principio, algo en mí le llamó la atención, quizás fue que se dio cuenta que no me rendía fácilmente ante sus encantos. Su mirada y sonrisa gozan de una innata coquetería, aunque no diga nada parece que lo sabe todo, y cuando dice algo parece conservar siempre un as bajo la manga, para ganar cualquier partida que le resulte adversa, desde el principio me ha gustado retarla, provocarle desatinos y nuestras discusiones llegaban a ser largas y acaloradas, causando la diversión de todos, pero me estoy adelantando a los hechos.

Ese día que nos presentamos, terminé aceptando su invitación a salir en la noche con ella y sus amigos, lo que nunca me aclaró fue la existencia del tipo, que a partir de ese momento, fue el que mas aborrecí en mi vida. Quizás si lo hubiese sabido, no habría continuado con su amistad, ni habría pasado todos esos meses gravitando a su derredor, esperando una separación que nunca llegaba. Es una vanidosa, una abeja reina que gusta de tener a todos contentos, cuando siente que me alejo y que estoy por mandarla al infierno, encuentra la manera de darme esperanzas, a veces una charla que se prolonga por horas, otras veces un sutil flirteo que por días me mantiene despierto, otras veces son sus llamadas pruebas para conocer el alcance de un amor que le ofrezco y siempre rechaza, le gusta jugar con fuego y no quemarse jamás. Tiene en el silencio el arma perfecta; si se sabe sin argumentos, orgullosa, se calla mostrándose entonces como victima ofendida.

Así entonces, no puedo menos que preguntarme ¿cómo le hacía este infeliz para tenerla contenta?, me parece que eran la diferencia de edades, el presentarse a todos lados como figurín impecable, con el dinero que a todos adolescentes nos faltaba, la seguridad y el estatus que le transmitía a ella como novia del macho alfa, esas eran si duda sus armas. Pero después de un tiempo, un ojo cínico como el mío, se daba cuenta que todo era pose, una fachada, en realidad era uno de esos seres que hacen del silencio su mejor arma, de los que callan para parecer sabios y no hablan para no parecer tontos.  Sin embargo ella así lo aceptaba, aunque no tuviera grandes dotes para la charla ni un chispeante sentido del humor o inteligencia, aunque la palabra autenticidad la conociera solo por el diccionario, ahí estaba ella, dándole sus besos, bailando con él y sonriéndole todo el tiempo, dejando claro que era el dueño de sus escarceos.

Los celos me quemaban el corazón cada semana, no sé cómo podía pasar por la misma situación una y otra vez. Tan solo por ese temple, por ese estoicismo de amante secreto me gané el cariño y el respeto del grupo completo. Hubo ocasiones que a la cita falté, prometiéndome siempre nunca más volver, más con mi ausencia, la esperanza renacía en mi pecho y con mil argumentos tiraba una vez más mis incipientes defensas y volvía de nuevo a desearla en silencio, a caminar detrás de ellos, soñando despierto.

Renko
http://arkrenko.wordpress.com 
http://arkrenko.tumblr.com

Fachada Notaria No. 5


Notaria No. 5
Calle Motolinia, Centro Histórico de la Ciudad de México.

Si

Si en lugar de secarme las lágrimas, hubieses llorado conmigo. Si en vez de alejarte hubieses dejado que me quedara contigo. Si me hubieses dicho dos palabras a tiempo, en vez de decir tantas que significaron nada. Si hubieses tomado mis manos y estrechado mi cuerpo junto a tu cuerpo. Si esa noche te hubieses quedado conmigo. Si no me hubieses mentido. Si en lugar de hacerme llorar hubieses reído conmigo. Si fueses un poco menos presuntuoso y poquito más atrevido y si hubieses visto y oído y comprendido lo que yo te dije que era verdad en ese suspiro, no estarías ahora ahogándote en tus lágrimas. Tal vez no estaríamos lejos y diríamos todos los días lo necesario. Quizá estarías esta y todas las noches durmiendo en mi cama. Acaso habrías vivido, porque vivir es atreverse. Pero ya ves: hay demasiados “si” en esta historia como para poder contarla.

Nadia Lizette

Puntos de vista

La mirada es, probablemente, el alma de los ojos, un par de globos oculares sin esta no sirven más que de adorno fútil. Es necesario inaugurar cada parte del ser.


Los párpados de Alicia estaban sellados: no hacía nada sin consultarlo antes con él. «Cualquier paso en falso es un peligro si está mal dado», le repetía, ella le hacía caso porque para eso él sabía todo, intuía todo, sentía todo… leía en el aire o ve tú a saber dónde, porque no parecía mirar las cartas cuando hacía las predicciones pero el caso es que, leyera donde leyera, acertaba. Alicia no había estrenado su mirada nunca, no sabía andar sin la visión del augur, hizo de sus ojos los suyos.
Leyó en la puerta Enrique Demaso. Augur - Magia - Visión, entró sin pedir permiso en busca de guía para darle suelo firme a sus próximos pasos. Él rara vez había fallado una predicción, en ocasiones las cosas no salían como lo había predicho, cierto, pero él con paciencia le había explicado lo que sucedía: el destino tenía sus formas inescrutables de bien hacer, a veces era necesaria la ceguera, eso es lo que el hado quería de ella, que actuara convencida en una dirección para llevarla en otra. El desconocimiento le hacía actuar con cierta naturalidad que era del agrado del destino. «Está escrito así, Alicia», decía Enrique Demaso, adivino, prestidigitador, vidente, augur, «hay que mirar con el corazón».
Así que los fallos venían de no mirar atentamente con el corazón. La mujer cerró la puerta tras de sí, con suavidad, sin alarma, y su voz, a juego con esa calma, anunció: «fallaste».
Enrique Demaso observó los ojos abiertos de la mujer, que lo señalaban sin parpadeos que interrumpiesen la mirada. Se notaba que le dolían los ojos pues no los había usado nunca antes, los músculos de su visión recién nacida no sabían bien a dónde apuntar, las pupilas tambaleantes como las piernas de un bebé que aprende a caminar, ya imparable, pero aún zigzagueante.
—Lo siento —atinó a decir el adivino.
—Solías decir que la verdad está en los ojos, y estos en el corazón —le recordó sus propias palabras.


Una hora más tarde, cuando Alicia salió del edificio, tenía en su poder dos pares de ojos nuevos: los suyos, despiertos, acomodados en sus cuencas; y los del augur en un bolsillo, que le aseguraban que a partir de ahora no habría fallo alguno en sus predicciones: para obtener la verdad hay que cerrar los ojos y abrir el corazón.


Belisa Bartra
@BelisaBartra
http://www.soylasalamandra.com
http://www.seabreveporfavor.com

Mural


Eres una flor de loto
que purifica mi alma,
navegas como un cometa
en el sin fin de mis sueños.

Vuelas encrespada
en los rosarios de la vida,
tu silueta se vuelve mi valle,
los colores no existen, si no sonríes.

Los muros, los secos muros,
son estelas de nuestros silencios
nos ahogan amurallándonos.

Tu rostro son flores de vida,
reverdeces, en tonos azules,
como un tapiz de ilusiones
se silencia la estrepita salida.

En el sin fin de mis sueños
navegas como un cometa
que purifica mi alma,
eres una flor de loto.

Los colores no existen, si no sonríes,
tu silueta se vuelve mi valle,
en los rosarios de la vida,
vuelas encrespada.

Nos ahogan amurallándonos,
son estelas de nuestros silencios,
los muros, los secos muros.

Se silencia la estrepita salida,
como un tapiz de ilusiones
reverdeces, en tonos azules,
tu rostro son flores de vida.

@victortlaxca

Dibujar a una mujer

Aprendí a hacerle el amor
a una mujer dibujándola.

El rostro exige tiempo y esfuerzo
los ojos delicado, personales, únicos
necesario es perderse por horas.
El cabello cambiante y sinuoso
hay que acariciarlo constantemente,
los labios inquietos y expresivos,
muy sensibles, impacientes.

El cuello se besa intensamente
como los tonos obscuros y sinuosos
de las sombras que provocan,
hay que tomarse mucho tiempo
en cada uno de los detalles.

Ahora sé que en la espalda
hay que utilizar varias técnicas
que su gama es infinita y sus formas:
caprichosas, cambiantes y estimulantes.

Así me percaté que a sus senos
hay que acariciarlos suavemente
que la luz se refleja en ellos
que la caricia es delicada.

Así llego, con gusto y placer,
a la forma en que dibujo su sexo
la forma en que disfruto su ser,
una zona profunda en intensidad,
en la que los trazos aumentan
mientras te acercas al centro.

El dibujar a una mujer es maravilloso
el hacerle el amor es un placer sublime
por eso los dos hay que mezclarlos
por eso en los dos hay orgasmos.

Víctor Ramón Mendoza Fragoso
@plumabohemia

Confesiones

El: ¿Me amas?
Ella: No, estoy segura que lo mío es más real.
El: ¿Me deseas?
Ella: No, esto es más que algo pasajero.
El: ¿Sino me amas, entonces qué?
Ella:.¿Cómo describes algo que sólo sientes? No diré que te amo, ya que no creo en eso, en su lugar diré que te quiero cada mañana junto a mí.
El: ¿Puedo decirte que te amo?
Ella: No lo digas, siéntelo y demuéstralo.
El: ¿Cómo sabré que tú me amas?
Ella: Lo verás en cada gesto y en cada detalle que tendré para ti.
El: ¿Ves algún futuro para nosotros?
Ella: Si nos concentramos en el futuro, nos olvidaremos de vivir el presente, pero sí, lo veo.
El: ¿Seremos felices?
Ella: Quiero que lo seamos.

Camille
@Proud_Hika

Lapsus


Infinidad de veces presentí que algo pasaría. Todas las noches, en el umbral del sueño, aquella sensación de inseguridad emanaba de mis adentros envolviéndome cual boa constrictor, dejándome al borde del pánico. La brutalidad de su cuerpo, su andar tosco y aquella mirada amenazante que parecía estar urdiendo algún horrible plan, revolvían mis emociones y todo mi ser deseaba echar a correr hacia un destino escondido en el universo, donde no tuviera que cruzarme con sus espantosas miradas deseosas de yo no sé que cosas.

Él se había mudado al apartamento contiguo al mío. La primera ocasión en que lo encontré bajando las escaleras, solo provocó una leve sensación de miedo, el cual atribuí a mi irremediable carácter desconfiado. En aquel momento no conferí mayor importancia a su presencia. Fue una mañana de invierno cuando mi psicosis se disparó al encontrarle en el pasillo; el lúgubre color gris de las nubes repletas de nieve enmarco sus ojos de demonio, me desnudaba observándome, entonces una oleada de adrenalina me hizo bajar las escaleras a paso veloz hasta llegar a mi auto y encerrarme en el, con la respiración entrecortada, el sudor frio y un corazón palpitante que se deshacía, encendí como pude el motor y aceleré sin pensar, afortunadamente los tres semáforos que me separaban de la oficina se dibujaron en verde, parecía que me ayudaban a escapar de él.

A partir de ese horrendo acontecimiento siempre esperaba media hora o mas para salir después de él. Aquella rutina estaba socavando mi integridad física y emocional. Entonces decidí consultar a mi gran amigo de la infancia que para mi fortuna, había decidido estudiar psiquiatría. Después del necesario lavado de cerebro, entendí que no debía temer ni prestar mas atención al sujeto por lo que una noche, en una aparente confianza que me esforzaba por sostener, salí a la panadería de la esquina. Al salir del cálido establecimiento con la pequeña bolsa que contenía mi frugal cena, advertí unos pasos detrás de mí. Mi artificial confianza se desmoronó como polvorón de azúcar y apure el paso casi al punto de correr como desesperada. Llegue a casa, vi la puerta de su apartamento abierta y con las manos temblorosas y torpes abrí la puerta del mío, la cual cerré con todos los cerrojos olvidando la bolsa de pan en el piso. Las luces de la calle se infiltraban a través de la persiana en mi oscura sala, trazando en la pared una seria de franjas amarillentas, la única fuente de luz del momento fue perturbada por una sombra veloz. El pánico se apodero de mi, me sentí paralizada, el aire se me escapaba, iba a desmayarme y entonces una voz surgió en mi cabeza recitando un repetitiva frase en un idioma extraño. De repente, una fuerza incontenible de rabia y violencia me invadió de pronto, algo inusitado en mi había despertado. Salí decidida con la colt 45 en mano a deshacer de una vez por todas el terror que él me producía. Entré estrepitosamente a aquel apartamento, él estaba ahí, impasible frente al televisor, apenas volteo a verme cuando dirigí el cañón a su sien y en un disparo certero el rojo de sus fluidos emano a manera de granizo por todo el espacio. El estruendo de la explosión llenaba mi cuerpo produciéndome un enorme placer, entonces, me desvanecí. Al amanecer desperté en casa a la hora acostumbrada, totalmente desorientada asome la vista hacia el pasillo; de repente él salió, intacto, con su brutal andar y aquella mirada, la cual, ya no era amenazante.


Nilza Vargas
@Plavalagunazul

La Solución

Caminante




Ana R.