martes, 15 de enero de 2013

No me cabes en una sola hoja


No me cabes en una sola hoja, te necesito escribir en el árbol completo.
Tal vez solo está midiendo mis alas, tal vez el vuelo que puedan alcanzar mis palabras.
Tal vez en algún momento llegue el nuestro, tal vez solo se asegura que esté sana mi alma.
Hay historias de amor que se cuentan a través de unos ojos que se llenan de narrarlas.
Jamás se escriben, se viven. Así historias como ésta. Así las historias nuestras.
Ni una sola hoja dediqué a tus ojos, ¿y cómo podría? una sola no basta.
Ni mil árboles terminarían de narrar lo que guarda tu mirada.
Y no te escribí un solo verso, ¿cómo podría? si tus ojos y tus labios me robaron las palabras.
Sin embargo, te cincelé en mi memoria para siempre.
Ahí no se escriben los versos, se viven y repiten cada vez que cierro los ojos y te veo.
Por eso no me esfuerzo en las palabras, las conoces todas, todas las guardas.
Porque sabes que para leer solo basta el alma.
No es nostalgia lo que me llena en estos momentos, sino tú.
No podrías ser recuerdo si aún sigues viviendo dentro.
A veces te saco a pasear a través de mis ojos solo para que compruebes que aún sigues vivo.
Hoy nos pondría en todos los caminos del mundo para caminarlos todos, para explorar las
posibilidades de tantos hubieras que se frenaron.
Para leer y sentir, solo nos basta el alma.
Poderoso caballero resulta usted, guardado en mi memoria.
Hoy narré una breve historia de amor eterna, de esas que no acaban, porque una sola vida no basta para vivirla y narrarla.
Y me sorprendo escribiéndole, cuando ni él mismo espera nada, cuando ni yo pensaba, en sacar a pasear mis palabras.
El color de mi poesía toma tu nombre y toma tanta fuerza tu presencia, que incluso en una hoja en blanco, no serían necesarias las palabras.
Así existen hombres que llenan en una simple hoja lo que a muchos más les toma un libro completo.
Cuando le escribo como hoy, la poesía toma otro color, no lo había notado. Tal vez es esperanza.

Silvia Carbonell L.


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