martes, 15 de enero de 2013

Uno nunca sabe lo que sabe hasta que lo escribe

A principios del año pasado me pasaba todo y nada interesante, traía un universo de pendejadas y buenas ideas en la cabeza sin nadie a quien contarlas, sólo las vomitaba en mi pequeña libreta que no dejaba que nadie leyera. Era un buen universo paralelo, que dejaba mis necesidades satisfechas.

Y de repente un día que me meto al Face y veo un nuevo grupo de Groupies que se había organizado para hacer una blogrevista desde la semana pasada :( Llegué tarde, pero supliqué un poco y que me dejan entrarle, apuesto a que muchos ni me había leído ni me conocían, pero por lo que entiendo esto se trata de escribir bien y bonito y porqué no alguien más algo tendrá que apotar.

Y no sabía por dónde comenzar, todos mis textos me parecían basurita perfecta para anuncios de publicista de alguna universidad barata, mis fotos pésimas, pero ya estaba ahí, así que a escribir y tomar fotos y a publicar lo que pensaba que era bueno. Publicaba tanto como podía, tanto como mi mente desorganizada lograba, pensaba toda la semana en lo que quería dar a entender, en la historia que quería contar, pensaba en los Groupies y en los Confabulantes y en Los Conejos, platiqué con mucha gente desconocida en la calle, conté algunas de sus historias y otras las reservé para mi y mi libreta, conocí personas muy interesantes y horizontes contables, descubrí otros universos paralelos que en realidad se tocaban con el mio y el de todo aquel que se muestre interesado.

No sabía lo que escribía pero lo hacía, porque esa es mi idea de escribir, conocer, conocerlo todo y conocerme a mi, desenredar las ideas y hacer con ellas letras y palabras mas o menos coherentes para aquel que quiera tocar otra arista de otro mundo que parece lejano. Y pues estoy muy feliz de todos los intentos, de las oportunidades, de que mis viajes tengan un motivo, de enfrentarme con más valor a la ahora pantalla blanca que ha dejado atrás a la hoja en blanco y al golpeteo del metal sobre el papel.

Más amigos y compañeros de vida y de historias, que les quiero a pesar de no ver a ninguno pero que compartimos la importancia por compartir. Para mi eso ha sido Con Fabula en su primer año.

Uno nunca sabe lo que sabe hasta que lo escribe y le importa lo que escribe y lo que va a leer algún otro conejo en el mundo. Uno debe escribir mucho para abrir mundos, para expandir su universo a otros y comprender que en realidad todos compartimos el mismo universo.

En éste caso estoy agradecido con todos los de Con Fábula, por un año maravilloso de estrés por cada nuevo número, de hacer cosas entre todos, del compromiso logrado semana a semana, estoy feliz porque sé que cada semana hay una historia que contar y alguien que la va a leer.


*El amanecer de los conejitos suicidas by Andy Riley, Diciembre 2010

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