martes, 10 de septiembre de 2013

Esta es la historia de un café dibujando sus colores

¿Podemos pintar la tarde de café? -Lo traje conmigo.-
Esta es la historia de un café dibujando una charla conmigo.

¿Podemos solo por un momento
llovernos por dentro 
para evitar derramar más lágrimas del cielo?

¿Podemos cambiarle los colores a la tarde 
solo por este día 
para que ilumine las ventanas que le miran?


- Podemos y debemos, poner color a las palabras 
cuando amanecen secas y muy frías.

- Llovamos solo por dentro 
para evitar por un momento 
aplastar algunas nubes heridas.

- Pintemos de versos 
todo el cielo convexo 
para que no se marchen los poemas.

- Vistamos las alas de fonemas 
para que todo sonido 
sea interpretado por el viento.

No quiero leer grafemas 
que no dejen lugar a dudas 
la crueldad de un sentimiento.

- Podemos vestir tristezas 
de los colores más sutiles. 
Debemos iluminar sus pasos 
para que no los destiña la tarde 
con sus grises infantiles.

Podemos pintar palabras 
para vestir un sentimiento, 
pero no tenemos derecho 
a esconderlas por despecho.

Debemos cambiar la forma 
de abrazar una lectura, 
porque las palabras ignoran 
cual mano empuña la pluma.

Pintar te hace distinto 
a un verdugo de la tinta,
que mientras juega con la pluma
sus frustraciones desquita.


Perdona desde el cimiento 
la ignorancia de los hechos,
que mano que no se apiada, 
no conoce sentimientos.

Las alas no dan colores
aunque ostentes volar alto,
el color lo pinta el ave
que vuela de alma desnuda.


Silvia Carbonell L.

























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