martes, 29 de enero de 2013

Domesticados



Cuando el retorno pierde la cordura,
dando paso a un dulce desencanto.
Cuando todo parece que ya no es.
Y sin embargo permanece, indeleble.

Tal vez el final del puente, sólo sea
una mirada llena de asombro, caer
con los brazos extendidos y traicionar a los dedos
aferrándose a la cumbre.

Cuando el silencio es un aullido, una pieza suelta,
un animal que gime, un cuervo graznando tu nombre
girar y darle la espalda al espejo,
para encontrarte más perdido,
para que el árbol muerda tus raíces.

Quizá transmutar en un animal carroñero,
es parte de ilusionarnos, y domesticar un poco el amor.


Alma E. Palma 




Carnada



I
Más, esa extraña palabra que vive en la memoria. 
Instante que pide un poco de nosotros.
Abismos rayando en la locura. 
Y ella que abre la boca en decadencia, 
sonidos, piel y miradas.
Lágrimas vivas, cuerpo impaciente.

II
Mientras tanto habremos de habitar la canción que no termina.
Y así desvanecer cualquier tipo de pregunta.
Tal vez serpentear bordeando las sombras
es la mejor manera de esperar.

III
A esta hora la noche crece insípida, cada segundo se siembra insomne;
sospechando un lugar, aquí donde dueles.
Látigos rasgando el tiempo. Y la boca que gime por inercia.

IV
Mañana, un señuelo para calmar el apetito.
Y un corazón. 
Más, un poco más.


Alma E. Palma 


Baile de salón.


Baile de salón.


Corrían las noches… en las que poco a poco sus zapatillas de cristal se iban quebrando. Días, en los que la brisa que ondeaba la mañana, titubeaba para despertarle, porque sabía que ella ya no quería andar.

Allí se hallaba. Con las alitas rotas como las zapatillas. Que eran la misma cosa.

Y ahondaba en el deseo de poder danzar de nuevo… y que sus puntas fueran perfectas y que su cuerpo cantara con armonía los pas de deux.

Pero, aún con miles de deseos, seguía allí tirada, sin cuerpo para sus ganas. Deseando que los días ya no caminen más.


Mar B. Calatayud
@aiikolors
aiikolors.tumblr.com

Aquí, el silencio está ladrando



Descubrí que el tiempo no sabe sembrarse, crece y hace daño,
y a veces una hora muere marchita entre los dedos 
como si no hubiera mañana.
Y mañana; veremos al mundo del color de otra mentira.

Hoy sé que el papel está lleno de heridas,
y muerden, también sabemos que no estás.

No vendrás, es que nunca estuviste,
porque aquí los ojos tienen un color que no es el tuyo, 
un color que no reconozco,
y las bocas murmuran, creo que son susurros cargados de viento;
aire que no dice nada, también llamado silencio sordo.
Y el silencio aturde, tanto que puede alcanzarte.

Aquí, el silencio está ladrando.

Y la noche está cayendo sobre  mí,
y un espejo me saluda y ríe, tiene la mueca torcida.

Descubrí que el abismo es uno mismo, late, arde y duele, 
tiene vida propia, hay millones de mí quebrados en la tierra.

Descubrí que le duelo al dolor,
descubrí una mirada lapidando mis ganas; creo que es la mía.

Y la gravedad crece, estamos cayendo.

Estallamos.

Pase, hoy tenemos el sabor del miedo en los labios.

Alma E Palma



Un relato cualquiera de una noche inolvidable


"Un relato cualquiera de una noche inolvidable"


Era una noche cualquiera de las que nunca se olvidan. Ella traía un vestido negro que le disimulaba sus pocas libras de más y dejaba a la imaginación sus cerradas curvas; no llevaba medias premeditadamente, sabía que era su arma secreta en caso de necesitarla. Él llevaba un traje oscuro, camisa blanca con mancuernillas de plata y una corbata tornasol color rojo que a contra luz cambiaba a rosa. Ambos se reencontraban, una vez más, con el pretexto de hacerse compañía en un evento que prometía ser la mejor opción del día.
La orquesta comenzó a tocar y de manera natural entre ellos surgió la necesidad de encontrarse en la pista de baile. La canción no importaba, lo imperante era sentir de cerca sus cuerpos con un motivo que no pusiera en entredicho sus conciencias. La mano de él en la cintura de ella, la mano de ella en el hombro de él. Sus entrepiernas se buscaban y se encontraban en cada compás. Una reacción involuntaria hizo que ella se sintiera halagada mientras que él, lejos de sentir pena, lo hacía más evidente. De alguna manera las entrepiernas danzaban a su propio ritmo.
Poco a poco la música se fue haciendo más ligera y la luz más tenue; ellos olvidaron que a su alrededor había más parejas bailando y por un momento se encontraron en una intimidad en medio de la multitud. Solo había una canción compartida en el mismo tiempo y en el mismo espacio… comunión.
Acabó la música y ellos siguieron bailando dejándose llevar por el ritmo de sus corazones. De golpe abrieron los ojos y se encontraron en medio de una pista vacía y señalados por todas las miradas de aquél salón.
Ya en la mesa, debajo de ella, surgió un juego entre el arma secreta de ella y los deseos de él. Los muslos desnudos eran explorados por unas manos que sabían el camino que comenzaba justo ahí. El límite era una pantaleta que ya no podía contener tanta humedad… tanta pasión.
Él lanzó una propuesta que ella no estaba en condiciones de rechazar, se despidieron y salieron en busca de un lugar cercano dónde continuar escribiendo la historia de la noche. Un motel ya conocido fue el lugar elegido.
Entraron al lugar sin encender las luces, como quien quiere ver con las manos y sentir a ciegas. El vestido comenzó a caer, poco a poco, mientras en un abrazo se dijeron todo lo que con palabras no pudieron decir. Ella temblaba ante los brazos de él que no dejaba de apretarla. La fue llevando hasta depositarla en la cama.
La madrugada como testigo y la habitación como campo de batalla presenciaron, quizás, el encuentro más cruento y devastador que entre ellos jamás antes hubiera acontecido. La noche fue muy corta para tantos sueños contenidos. Se cumplieron sus fantasías sabiendo que el regreso a la realidad llegaba con el amanecer. Y aunque no fue su última noche juntos sí fue la más inolvidable de todas.


J. Arturo López M.
@Verbum_

Amén

El problema con las ausencias es que la vida las aprovecha para poner las ideas en su lugar. Usted es un encanto de mujer y se merece un amor a los 4 vientos y a mí, a mí solo me quedan amores agazapados en la oscuridad, que se viven en unas cuantas horas que se le roban a la realidad. Amores que no pueden ser eternos, ni perfectos a los ojos de la gente normal. Pasiones que se viven y se matan en callejones y en paredes que no saben hablar, que no pueden gritar como nosotros que los usamos de cortina y colchón para nuestro Amor.

Tengo un corazón desarmado en pedazos, que ya no puede reconstruirse en uno solo, amo diferente con cada trozo, en cada uno habita un sol que calienta distinto y tiene a un universo exclusivo para su candor. Usted se merece un corazón con un sol que la caliente en exclusivo. Usted es de las que necesitan, merecen, buscan y no se conforman con menos que un Amor que sea solo para usted las 24 horas. A mí solo me quedan años de 3 meses, meses de 1 semana y semanas de 2 días.

El problema con los hombres de alma vieja —como yo —y su torcido respeto por las cosas etéreas y perfectas, es que no saben aprovecharse de ellas; no lo hacen jamás, si no han de darse en la misma medida que se les acepta y se les entregan.

Reconozco que por momentos me siento de nuevo atraído por la intensa gravidez de ser el sol que calienta y alimenta la tierra de sus fantasías. Pero la fuerza en contra de la certeza que lo que ofrezco no es suficiente, regresa. Un pedazo de fantasía no crea un astro en el firmamento, un pedazo de ilusión no le será suficiente, ni ahora, ni después, ni siquiera en el terreno amplio de sus sueños.
Indiscutible es la certeza que lo que usted me ofrece es demasiado, que no podría acabármelo en mis amores infinitos de dos horas, indiscutible es también la idea que ese todo pequeño que somos, solo podría volverse demasiado, tan grande que no lo podríamos contener, mucho menos controlar y condicionar a días de 2 horas. Un hoyo negro de emociones, pasiones, amores y momentos robados que terminaría por hacerle más daño que el recuerdo bonito y triste que tendrá de lo que hasta ahora ha pasado.

Dejemos el espacio al sol y la luna, sigamos siendo árbol y viento; yo soy el aire que le despeina las ramas al pasar a su lado y usted es el árbol que no me espera, pero tampoco puede evitarme cuando llego. Amén.

Amén – Leonard Cohen

Renko

Blog: http://arkrenko.com 
Tumblr: http://arkrenko.tumblr.com


Melibea y el gato



Su tez blanca, su cabello profundamente negro y sus ojos de azabache enmarcaban su belleza sin par, su
adolescencia altiva, su figura de mujer y su luminosa alegría. Con ella, siempre a su lado, un gato blanco
como la nieve, con ojos intensamente azules, dócil y amable, su compañía por siempre.
Melibea, sacerdotisa de la soledad, vio pasar los años y con ellos, su belleza fue acumulando hojas de
calendario. Su cabello descubrió las canas y sus ojos se hicieron cada vez más claros. A su vez, el gato,
siempre a su lado, fue tiñendo su pelaje con extraños visos de negro profundo y sus ojos se oscurecían como
la noche.
Una mañana de abril, fría, lluviosa, Melibea exhaló su último aliento y se derrumbó sobre un lecho de hierba
fresca. Su cabello era blanco como la nieve y sus ojos sin vida, dejaban ver un azul intenso que evocaba el
agua de mar. Siempre a su lado, el gato, ahora negro como las tinieblas, con ojos de azabache, maulló su
dolor junto a su cuerpo inerme.
Esa noche, un rayo de luna se posó en la humanidad rígida de Melibea e hizo visible la palidez de su rostro.
El gato, siempre a su lado, al notar que su espíritu ascendía por aquél hilo de plata, se tornó en una grácil
mariposa negra. Desplegó sus enormes alas y voló errática en dirección del firmamento. Al alcanzarlo, se
posó sobre cientos de luceros que al percibir aquella sombra que los cubría, cesaron su destello.
Si miras con cuidado a la bóveda celeste y tienes suerte, en alguna noche de abril, verás cómo una multitud
de luceros rodea la silueta inmóvil de una hermosa mariposa negra.

Fernando Herrera H.
Twitter: @Sor_Tilegio_
Blog: http://elpaisdelasagujas.blogspot.com/ 


Poema de la confesión
November 20, 2012

“Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.”
José A. B. – La culpa

Vengo a confesar una culpa señor

no es culpa de ella, la culpa / toda mía.

No era rencor si también la quería

yo quería e insistió el amor.

Dime tú, sí también eres hombre

Dime si es pecado querer amarla

o si nuestro amor no tiene nombre.

Dios la creó y me dejó observar

no quise dudar, tampoco omitir.

Perdone si lo vuelvo a permitir;

si su cuerpo será mi eterno mirar.

Y después de esto espero me entienda señor

mi intención no es hacerle cambiar de opinión.

Sí este poema también tiene oración

Para que toda culpa se vaya con el próximo amor.

si no dudarías en desearla.


Alexander Ureña (lex)
@Lex_J_Dean

La sensación



Él la miró y sonrió. Ella devolvió el gesto y aferró su mano. Se besaron.
La enfermera empujó la silla de ruedas hasta la sala y le colocó unas pantuflas inmaculadas. Esa prenda más la bata ceñida en la espalda eran su única vestimenta. Se sentía vulnerable.
La esterilidad podía palparse en el ambiente, su blanco iridiscente no permitía imperfección alguna.
Apenas sintió el pinchazo de la  anestesia. Millones de hormigas comenzaron a recorrer sus piernas.
–Solo sentirás la manipulación, pero no dolor.
Se sentía tranquilo, las bromas entre los médicos lo relajaban. Un paño celeste estableció el límite entre su mundo y el de los profesionales.
–Te noto calmo pero si quieres dormir me avisas.
Discurría en pensamientos nimios cuando percibió una sensación diferente. No movían su pierna ni la aferraban, algo vulneraba la impenetrabilidad de su piel. Laceraban su carne.
Dio el aviso sin saber que sus ojos se cerrarían por última vez.
Pensó en ella mientras se dormía.


Las llaves de mi alma


Te perdono de corazón


Te Perdono, aunque  profundamente heriste mi alma dejando una marca imborrable que ni el tiempo ni demás sonrisas a lo largo de mi vida lograrán desaparecer.
Te Perdono por lo que me diste, y lo que no.
Lo que me quitaste, y lo que perdiste de mí en el trayecto.
Dejaste un corazón con un vacío de ti imposible de llenar
Pero me permite guardarte mi perdón  para el final.
Te Perdono, porque mi alma es incapaz de odiarte aunque mucho desee,
aun en medio de la desesperación, el dolor y la traición.
Aunque en medio de eso, me dejaras vislumbrar un futuro que nunca tuvo la intención de ser real. Aun así, te perdono.
Te Perdono porque no sé amar con resentimiento.
Porque en mi corazón jamás tuvo cabida, aun quemándome viva, la frialdad e indiferencia que tu voz me transmitía.
Y perdono tu cinismo, tus mentiras y dudas que en medio del concepto que creaste para ti de mi persona, te hicieron más fácil hacerme daño.
Perdono la realidad porque gracias a las mentiras que me hiciste vivir,
mantuviste la ilusión y la esperanza viva.
Perdono tus justificaciones, aunque no justifiquen el daño mismo.
Por destruir no un corazón, sino muchos. Porque solo pedazos son los que reciben del mío.
Perdono tu necesidad de no soltar no sé si por la culpa que sientes, o porque creas que  en medio de todo, me haces bien estando cerca.
Perdono tus lagrimas que parecieron reales, que para mí lo fueron y me permitieron bajar la guardia.
Perdono mi vulnerabilidad , por esos momentos que me permitieron mostrarte también mis propias lágrimas, solo que estas llenas de fe y honestidad.
Perdono tus sonrisas que enmarcaban en tu rostro la alegría de verme cuando no era lo que yo suponía.
Perdono mi alegría por lo que  creí genuino.
Perdono todos los años que me permitieron guardarte donde no te correspondía, donde no merecías, y no hay concepto que cambie eso, sin embargo lo perdono.
Porque nadie podrá reemplazar el lugar que fue hecho a tu exacta medida.
Perdono tu temor y ya no sé si fue peor que las dudas que cruzaron por tu mente de dañarte.
Perdono la desconfianza y poca fe que las cosas fueran posibles,
que las personas sí podemos ser quien decimos ser, sin tener 2das intenciones de por medio.
Me perdono por hacer y entregar el doble que cualquiera, para demostrar que nada queda, si hay la intención de luchar aun en medio del infierno.
Perdono todo lo que dijiste, y lo que sentiste, porque por mucha retracción
las palabras se tatúan en el corazón y ahí quedan para siempre.
Perdono, saber lo que sé y aun así guardar silencio.
Por  mandar mis oraciones y mandarte mi luz  por cada noche que estás lejos.
Perdono seguir siendo el árbol que aun el día de hoy te sigue ofreciendo su sombra y cobijo.
Perdono las confidencias, buenas, malas, tristes.
porque al hacerte vulnerable para mí, jamás lo usé en tu  contra.
Perdono todos esos días con sus noches, que siempre me permití regalarte mi tiempo, mis oídos, mis ojos y lealtad.
Perdono defenderte a pesar de... Aunque no estés para verlo, ni lo espero.
Te perdono a ti, porque haciéndolo me permito perdonarme por no odiarte
y no apartarte de mi vida con todo el dolor que me has causado.
Perdono mantenerte lo más cerca posible, porque cuando alguien como yo echa raíces, jamás se alejará y estará cerca tuyo para cuando tú lo necesites.
Una oración un abrazo,una bendición y mis mejores deseos.
Y que Dios siempre, te mantenga con vida, cerca lejos, donde quiera que te encuentres.
También perdono el permitirte, formar parte de mi vida,
Porque  me doy cuenta que es más necesario para ti que para mí,
Aunque a mí ya no me interese, ni es necesario formar parte de la tuya
porque he aprendido a prescindir de ti.
Perdono mis sentimientos, porque sin ellos no sería  quien soy, no te habría  dado el espacio de regresar, explicar y perdonar para poderte sanar  y regalarte esa oportunidad.
finalmente, ellos hicieron posible otorgarte este don que hasta el día de hoy sé que tanto necesitas
para poder retomar tu paz.

Silvia Carbonell L.

Para los que estamos en el suelo


Resulta que cuando creíste tocar fondo,
la vida te recuerda que solo te encuentras tirado en el suelo.
Y eso es bueno, porque justamente es el mismo suelo el que te sostiene mientras permaneces llorando y con los brazos heridos.
El mismo que estará ahí, firme, listo para ti, para levantar el vuelo.
para cuando tú tengas las fuerzas suficientes para comenzar de nuevo.
El que sostendrá tus pasos aún sin fuerzas, pero no se moverá de tus pies,
te dará soporte y camino nuevo para empezar otra vez.
Es simplemente la vida, cada paso, cada obstáculo, cada salida,
ese cielo que te eleva,
 y ese suelo que te sostiene cuando los demás te patean.
Esas caídas sin fondo cuando nada nos queda.
Esos golpes abruptos que nadie se espera,
para lo que no nos prepara  la mañana nueva.
Escribo para los que estamos en el suelo.
Algunos caminando,
algunos tirados porque las fuerzas nos han abandonado.
Algunos esperando que sus pasos se fortalezcan hasta encontrar un motivo nuevo.
Para los que escriben, para los que narran,
para los que guardan una herida a través de la ventana.
para los que perdieron la fe y no luchan,
los que se caen y no se levantan,
porque el día resulta tan pesado que les cae encima y les aplasta.
Para los que guardan fe y no me marchan,
solo se quedan quietos esperando soportar la mañana.
Para los que ríen disfrazando las lágrimas.
Para los que se muerden la herida mientras se callan.
Para los que creen que la fe es esa montaña ,
a la que todos nos aferramos  y necesitamos que venga a nosotros
de vez en cuando.

Silvia Carbonell L.

Una mañana que te resume y comparte


Hay noches que no se apagan ni amaneciendo en otras ventanas.
Días que se parten en antes y después de una sonrisa.
Tardes sin sus noches silentes,  
porque se llenan de murmullos de estrellas
asomándose dudosas a tus ojos.
Mañanas sin par,
como esos calcetines favoritos
que emigran durante el ciclo de la lavadora
y nunca más vuelves a encontrar.
Madrugadas tan llenas de color,
que no sabes si amanece,
o son los colores que por fin lograron ruborizar la noche.
Días callados, días alborotados como mercado en domingo
donde eres espectador y no marchante de las transacciones diarias.
Cuadros sin rostro, luces sin sombra,
espejos que no dicen nada, porque el murmullo de la voz es lo que se guarda y se calla.
Soles cayendo sobre la espalda de una mañana.
Noches naciendo desde el vientre de una silueta mojada.
Calles sin gente, gente sin ventanas, 
encerradas y ensimismadas que la vida les pasa por encima y no son capaces de tocarla.
Y mientras tanto tú girando contra todo pronóstico del tiempo,
entre pausas y avanzando lento.
Sin soltar la cuerda que te ata a mi recuerdo.
Al mismo paso yo, revolviendo el centro,
buscando lo que no sirva para soltarlo y tirarlo al viento.
Sin prisa de nada, pero resolviendo.
Al sonido de los pasos callados, nosotros, hablando con los ojos despiertos,
con los labios mudos de tantas heridas que nos rompieron.
Intentando pegar los paisajes estrellados,
porque sabemos que vale la pena seguir guardando estrellas en el cielo.
Sanar los llantos y regresar sus lágrimas a los montones de sal que se quedaron desiertos.
Curar los mares, para que nos reciban con sus olas abiertas
en cada beso que nuestros pies le den a sus orillas de arena.
Soportando los pasos que nos van llevando,
entre los caminos rotos y empedrados de los murmullos y los espejos.
Suposiciones que te hipnotizan como higueras intentando sujetar nuestros cuerpos.
Evitando el avance, distrayendo el contexto.
Así una mañana, que te resume y comparte,
lo que esta mente oscilante, mece entre la duda y recuerdo.
Entre la fe y la esperanza de tomar nuestros sueños,
empacarlos de nuevo y caminar mundos nuestros.

Silvia Carbonell L.